La cría de gusanos de seda supone para muchas familias el principal ingreso económico de sus hogares, y es que estos animales llevan conviviendo con el hombre mucho tiempo. En algunas ocasiones no se tiene en cuenta que los insectos también pueden tener un hueco en cualquier hogar. Un hormiguero construido en una urna o una colmena de abejas también pueden servir para ocupar el tiempo libre. Entre todos ellos, lo más común es la cría del gusano de seda.
Como mascota es una buena elección: come y gasta poco, no ensucia, necesita poco espacio y poca dedicación. Además, contemplar el ciclo de vida de estas criaturas proporciona a toda la familia una mayor sensibilidad de cara a la naturaleza. Observándolos se asiste a dos pequeños milagros de la naturaleza: la construcción del capullo, toda una obra de arte, y cómo un gusano se convierte en una mariposa.
El arte de la sericultura
Hoy en día, la polilla del gusano de seda sólo vive en cautividad. Estos insectos se han domesticado tanto que ya no pueden sobrevivir independientemente en la naturaleza, especialmente desde que perdieron la habilidad de volar. Todas las poblaciones salvajes se han extinguido, aunque hay probabilidades de que existan parientes lejanos en Asia.
El codiciado secreto del cultivo del gusano de seda comenzó hace 5.000 años en China. La sericultura (la producción de seda cruda a través de la cría de gusanos de seda) se extendió a Corea, y después a Japón y al sur de Asia. Durante el siglo XI, los comerciantes europeos robaron algunos huevos y semillas de morera para comenzar a criar gusanos de seda en Europa. De este modo, acabó llegando al sur de los Estados Unidos en los tiempos coloniales, pero el clima no era compatible con la cría. Actualmente, la seda se cultiva en Japón, China, España, Francia e Italia, aunque fibras artificiales han reemplazado el uso de la seda en la mayor parte de la industria textil.
El ciclo evolutivo de este asombroso animal dura alrededor de 60 días. Comprende nacimiento, desarrollo de la larva, capullaje (metamorfosis), salida del capullo (mariposa), acoplamiento, puesta de huevos y muerte. Durante el desarrollo debe alimentarse con hojas tiernas picadas en tiras. En una segunda etapa pueden comer hojas enteras, mientras que en la tercera fase se le pueden proporcionar ramas pequeñas enteras. La construcción de los capullos dura entre tres y cuatro días. Una vez finalizado, el gusano realiza su metamorfosis pasando del estado de larva al de crisálida. Esto ocurre entre los 12 y 14 días después de haber culminando el tejido del capullo.
Consejos para el cuidado
El lugar ideal para conservar las larvas es el interior de una caja de zapatos. Hay que procurar que no les falte nunca la comida, hojas de morera, por lo que para poder alimentarlos es casi imprescindible tener un árbol cerca de casa. Cuando se recojan, hay que cortar la hoja por el tallo procurando no cogerlas del final de las ramas ni romper ninguna de éstas.
Las nuevas hojas se ponen encima de las que se han comido, con la cara interior hacia abajo para que su ingestión sea más fácil. Lo mejor es proporcionarles comida fresca, aunque se pueden almacenar algunas hojas envolviéndolas en un trapo húmedo, metiéndolas en el frigorífico junto con las verduras y sumergiéndolas en un recipiente con agua un par de horas antes de dárselas a los gusanos de seda, para que recuperen, de esta forma, la humedad perdida. Es importante que retires el exceso de agua antes de administrárselas, por ejemplo, con una servilleta de papel absorbente, procurando que las hojas no estén excesivamente frías, en cuyo caso habrá que calentarlas con las manos.
Hay que tener cuidado con los venenos, ya que en muchas poblaciones fumigan los árboles y, si se proporcionasen a los gusanos hojas que han sido fumigadas, morirían. Debes evitar que a tus nuevos amigos les de el sol directamente porque el exceso de calor puede causarles la muerte.
Cuando se quedan quietos con la cabeza levantada y no se mueven, no es que estén enfermos, sino que entran en la fase de muda, permaneciendo en este estado entre 24 y 30 horas. En esta fase no deben tocarse. En cuanto a su manipulación, es mejor que no los toques cuando sean pequeños. Espera a que midan unos cinco cm. para colocarlos en la palma de tu mano con mucho cuidado, comprobando que son blandos, fríos y muy suaves al tacto.
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