Cuando los seres humanos se relacionan entre si, se encuentran con un gran número de situaciones de exigencia social. Estas demandas pueden provenir de un amigo, un familiar, un superior o un desconocido, y adoptar la forma de ruego, mandato o favor. Aunque la respuesta natural a este tipo de requerimientos debería estar guiada por lo que uno considera más adecuado, en muchas ocasiones las personas suelen estar tan "presionadas" o "influenciadas" por los demás que terminan actuando en contra de sus propios principios, creencias o conveniencias.
Nadie nace predeterminado a ser sumiso, esto se aprende, de forma paulatina,"sin darse cuenta"
No es cuestión biológica ni hereditaria, es un comportamiento aprendido y por lo tanto modificable. Hemos descubierto que si decidimos aceptar la manipulación de los demás no seremos recriminados e incluso podríamos ser reforzados por tal sumisión, y que por el contrario, si decidimos defender nuestros derechos legítimos, la situación producirá altos niveles de ansiedad, desaprobación o culpa.
Así, poco a poco, muchas personas van desarrollando un repertorio aparentemente adaptativo, pero en realidad se van convirtiendo en "marionetas humanas" que pierden uno de los valores más importantes del ser:
LA DIGNIDAD.
Cuestión de dignidad.
Walter Riso
No hay comentarios:
Publicar un comentario